El palmito es la única palmácea espontánea en la Península Ibérica y en toda Europa, siendo una de las escasas palmeras cuya área de origen no se encuentra en los Trópicos. De hecho, es una reliquia de una flora subtropical anterior a las glaciaciones, un representante de cómo sería Europa hace unos 100.000 años. Originaria de la cuenca mediterránea, especialmente abundante en áreas más secas y soleadas, en 1885 Cortés indicaba que era “difícil de extirpar en los lugares marítimos del antiguo Reino de Valencia, así como en Sevilla, Córdoba y otras partes del Mediodía de España”. En Andalucía crece en zonas cálidas, desde el nivel del mar hasta los 800 metros de altitud, representando etapas de regresión de la vegetación conocida como alianza Oleo-lentiscetum, característica del matorral mediterráneo. En la economía tradicional el palmito ha sido elemento esencial en la fabricación de cuerdas, cestos, escobas o sombreros. El nombre genérico significa en latín a ras del suelo, y el específico humilde por su pequeño porte.